miércoles, 28 de febrero de 2018

El ángel de la muerte

En clase hemos estado viendo el fascismo nazi y muchas de las atrocidades que cometieron durante la II Guerra Mundial. No solo mataban a cualquiera que se opusiera a ellos o dejaban de mantener a gente discapacitada porque salía igual de caro que mantener a toda una familia de raza aria (prueba de lo superior que era Hitler cuando ni siquiera él era de raza aria y aun así pedía que para tener una condición social estable lo fueran), sino que, cuando mandaban a grupos como judíos a los campos de concentración o exterminio, estos vivían situaciones arduas. Aun así, habría quienes seguro hubieran preferido seguir trabajando en uno de estos campos que lo que les pasó. Si ya es bastante malo que te fuercen a trabajar en condiciones tan nefastas peor aún es que encima hagan experimentos humanos contigo por amor al arte.

Sí, esto es lo que hizo Josef Mengele, un médico, antropólogo y oficial de las ᛋᛋ (SS), más conocido como “el ángel de la muerte”, apodo que se explica por sí mismo.
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Mengele fue enviado a la Segunda Guerra Mundial como médico oficial, pero a inicios de 1943 fue trasladado a Auschwitz, un campo de concentración y exterminio situado en el territorio polaco que fue ocupado por los nazis, donde empieza a dar rienda suelta a sus inofensivas y para nada sádicas investigaciones sobre herencia genética.
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Después de que se hiciera una criba entre los que eran aptos para trabajar en el campo y los que no, estos últimos (sin importar si eran niños, mujeres, embarazadas, personas mayores…) eran apartados y en vez mandarlos directamente al exterminio, parecía que estaban en jauja: apenas había posibilidades de que se les enviara a las cámaras de gas, eran mejor alimentados…los niños tenían incluso una zona de juegos…y hasta recibían la visita del “tío Mengele”.

Vamos que todo era un Paraíso hasta que llegaba el tío Mengele y lo menos doloroso que hacía era matarte con una inyección letal o a base de disparos y golpes. Pero eso no fue todo, hubo otros tantos a los que mató mientras experimentaba con ellos para aumentar la población aria.

Con esta intención buscó, sobre todo, gemelos con el deseo de aumentar la fertilidad y la posibilidad de que generación tras generación se mantuviera la raza aria en aumento. Los sometió a exámenes en los que lo menos que hacía eran amputaciones. Si no, probaba a infectar a uno con una bacteria y después transferirle esa sangre a su hermano, intentar cambiar el color del iris con sustancias químicas, coserlos para crear gemelos siameses…y si encima encontraba a alguien con heterocromía, mínimo perdía uno solo de sus ojos.

Resumiendo todo esto, este “médico” es una situación más que nos tendría que hacer pensar en los efectos que tiene el ser tan radicales y extremistas. Además, debería servir como un memento que nos impulsara a no repetir los mismos errores.

Paula Naiara Velasco

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